lunes, 18 de enero de 2010

Las lomas de Yapatera

Yapatera se ha convertido lamentablemente en zona de guerra, por tratar de expresar mi fastidio, al ver como la gente de Chulucanas llega todos los fines de semana a beber y divertirse a expensas de la gente de este pueblo, que parece no darse cuenta de lo grave del tema, cuando se han ido de Yapatera, el pueblo está repleto de basura, los mototaxistas se encuentran recostados y somnolientos, de tanto alcohol. Al regreso a Chulucanas observamos un accidente, sangre en la pista, toda la gente en el camino tratando de averiguar a donde había fugado el causante del accidente. Pero salvando todos estos problemas, tras Yapatera existe un grupo de lomas, que conducen a otros pueblos, llenos de algarrobos callados, la naturaleza silbándome al oído, sin voces de humanos cerca de nosotras, un calma que llena el pecho. Pájaros para llenar la vista de cualquier ecologista, flores blancas y amarillas a ras de suelo, picaflores volando entre los arbustos amarillos y blancos. El gallinazo custodia el cielo totalmente celeste, el aire puro, fuerte y calmado de esa zona, hace que el cansancio desaparezca inmediatamente. Algunas iguanas aparecen mostrando sus colores verdes, terrosos, y azules. La tierra es amarilla, un peche (ave de la zona) en su rama nos canta muy inquieto, no le gusta mucho la gente, igual que a mí, es verdad, prefiero estar alejada del bullicio y de la falsedad de la gente de ciudad. Nunca me ha gustado firmas pactos con nadie, ni deberle nada a nadie. Me da mucha pena esta naturaleza escondida tras Yapatera, pronto desaparecerá cuando la gente andina, que está cada día más trasladándose a este maravilloso lugar, invandan las tierras, por las cuales apenas pagan 200 soles, según nos dijo un poblador, en fin todas aquellas coloridas lomas parecen desaparecer entre la cerveza de los extraños, la basura acumulada de sus parques, por lo cual las aves huyen cada día más adentro en las montañas que se ven a lo lejos entre la niebla que conduce a la sierra de Piura.

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