miércoles, 21 de octubre de 2009

Chocchi: Camino a la tierra colorada

Diario de una poeta

La primavera es buena para conocer a los parientes, para visitar la tierra de mis padres y saber que mi familia es tan grande como el Perú


Primer día (Huaraz)
Se puede sentir la brisa en la cara, apenas oigo el ruido de los motores que dejé en Lima, la gente es más cálida, ellos saludan cuando pasas a su lado. El cielo claro, puedo ver al Huascarán que se derrite, impotente lo observo, hace 25 años era tan diferente. La gente está concentrada en sus asuntos, yo tengo que ir a investigar al día siguiente al Callejón de Conchucos. A mi papá le encantaba caminar en Huaraz, el Señor de la Soledad me lo nombró varias veces; pero, como todos los niños, nunca alcancé a entender la importancia de los asuntos de los adultos. Ahora que soy una, quisiera ser niña de nuevo, para que mi papá me cargue en sus brazos, me dé un coscorrón y me dijera lo que está bien y lo que está mal.

Segundo día (Huaraz)
No me aclimato, pese a haber vivido 7 años en la sierra, parece que mi cuerpo no es el mismo de antes. La banca me queda chica, ¡qué más da! El Huascarán no se quita la chalina, es por el frío me repito. Mejor me voy por un caldo de cabeza al mercado, allá se come mejor y más barato, me voy donde lo de Chilico. Los paisanos son amigables, recuerdo que mi padre era paisano también, pero él estudio en la Universidad, en lo demás se parecen bastante. Recién podemos ir al Señor de la Soledad, a veces el cuerpo no funciona como uno quisiera, el alma quiere seguir haciendo méritos, pero la verdad me canso muchas veces. El sol brilla, mi cara está rajada, los labios también, el agua helada la extrañaba, los helados en Huaraz me los enseñó mi papá a degustarlos, me llevaba a su colegio, yo le prestaba atención ¡Me encantaron siempre sus cuentos! Ojalá mi hija pudiera escucharlos. Quiero ya estar en Chocchi, igual me toca esperar.
Tercer día (Camino a Masin)
Arreglado o no mi cuerpo, tengo que partir a Masin (allí creció mi padre), recuerdo que sólo es el inicio, después debo adentrarme más en la puna, quiero ver donde ha nacido, vine hace 25 años, apenas recuerdo cómo se veía la casa donde nació. El camino para llegar a Masin es precioso, cactos, nevados blancos, un túnel de piedra, lagunas. ¡Quisiera quedarme siempre! Vuelvo a la realidad, los humanos casi nunca cumplimos nuestros sueños. Mi abuela siempre hizo lo que quiso ¿por qué a veces es tan difícil imitarla? El camino es largo, cansado, ¡No!, no me estoy refiriendo a la carretera de tierra por donde vengo, sólo sé que el camino es largo.

Cuarto día (En Masin)
Algunos parientes nos esperan. Sirven siempre demasiada comida, mi abuela era igual, pero ella lo hacía con cariño. Ella murió hace muy poco, la recordaré siempre, me parezco mucho a ella, soy necia, imperturbable, incrédula y visionaria como ella. Masin ha cambiado mucho, la plaza no es como la esperaba, la modernidad llegó a Masin y con ella el cemento, en la plaza sólo hay dos palmeras, el alcalde dice que así la gente pasea. Yo no veo gente pasear en la plaza de Masin. Prefiero irme al río, allí al menos recolecto piedras, pasatiempo de familia, mi padre lo hacía, yo lo hago, mi hija lo hace. Mi mochila está llena de piedras.

Quinto día (Aún en Masin)
Visito la casa de mi bisabuelo, me cuentan del origen de mi abuelo Julio, esposo de Reynalda Huerta, mi abuela. Dicen que mi bisabuelo la tuvo con su sobrina, pues su esposa no podía tener hijos, que ella fue a regalarlo a la montaña, pero que la esposa de Gerardo (así se llama mi bisabuelo) fue a caballo a traer al recién nacido. Cuando llegó no quisieron dárselo, ya le habían puesto las ropitas, la frazadita, le dijeron, entonces le volvieron a decir que ya era suyo, que no podía reclamarlo. La esposa de Gerardo le quito la ropa y la frazadita, y se lo llevó desnudo a caballo, de regreso a casa. Más tarde adulto, conoció a mi abuela. Pienso, a veces un pequeño cambio en la vida puede cambiar la suerte de todo el resto de sucesores.
En el terreno que vendimos han construido una posta, a mi abuela no le hubiera gustado, ella sólo quería sembrar y nunca hubiera vendido las tierras, éstas son muy importantes.


Casa de mi abuela en Masin (Vista Panóramica)



Sexto día (Partimos a Chingas)
En realidad, queríamos ir de frente a Chocchi donde nació mi padre; pero no hay autos para llegar a su pueblo, la gente sube en burro o a caballo. Hacemos una parada en Aczo, apenas hay unas casas, es la última parada, luego sólo a pie se hacen las cosas. Logramos llegar a Chingas, nos jalaron hasta allá. La gente está bailando, bebiendo, ellos son todos tranquilos y amables. El pueblo de Chingas me dio de comer, el pueblo de Chingas me dio de beber, cuando tenía hambre, cuando tenía sed. Esa noche la pasamos en Chingas, hay fiesta, corrida de toros, comida de los mayordomos. Al final del día reventarán el castillo, me quedé dormida, la carretera es muy mala, el cansancio, los sleppings, llevar a mi hija, todo eso me tiene un poco cansada.



Toreando en Chingas



Pobladores en la corrida de toros (Chingas)



Paisaje desde Chingas


Séptimo día (En Chocchi)
Llegamos como a las once de la mañana, tuvimos que pagar 90 soles para que un taxi nos acercara a Chocchi. Los autos no quieren ni asomarse a Chocchi. El cielo es el más claro que allá podido estar. He visto muchos: el de Cuzco, el de California, en el desierto, pero este cielo es claro, clarito, como el corazón de la gente de Chocchi. Una de mis tías nos presenta con el resto de la familia, las tías más ancianas se parecen a mi abuela, pero ellas son más blancas, hasta llegaron checos para poblar la zona, me dijeron, mi abuela es de Chocchi también como mi padre.
Nos reciben con besos, abrazos, más besos, lágrimas entre los ojos, es que ningún nieto de Reynalda subió tan alto a la puna, Me pregunto si mi rostro les recordará el de mi padre. Me gusta más la tía Filllinca, rebosa alegría, habla castellano y quechua, pero siempre grita en quechua. Me tomé una foto con ella, es una foto muy preciada.
Ese mismo día me presentan al tío Raymundo, es por él, que vine hasta acá, él sabe muchas leyendas, quiero recuperar las leyendas de mi pueblo, pero es difícil a veces con tanta alegría entrevistar sin que se den cuenta…igual logro que me cuente la fábula del zorro y el sapo que mi padre me contaba. Mi padre lo contaba con una serpiente, en el camino siempre varía todo. Ese día debo haber abrazado y comido para toda una vida. Pasamos la noche en casa de tía Nila, ella es muy reservada, apenas habla, apenas sonríe, pero es buena, muy buena. Van a quemar el castillo, como nunca, espero hasta muy tarde ¡Es una maravilla! Dura más de veinte minutos, parece una eternidad, mientras tanto bailamos todos, los parientes, Milagros, Yo. Mi hija baila alrededor del castillo con las niñas. Ha encontrado nuevas primas ¡Está maravillada! Hay que ir a dormir, mis pies apenas sienten el suelo, parece que he bailado por dos días seguidos, pero… ¡Qué rico!

Mayordomos en la plaza de Chocchi



TAD, Raymundo Huerta Hidalgo y A.Q.A.


Octavo día (En Chocchi)
Nos despiertan los camaretazos para invitar al desayuno, empero no hay quien nos mueva ¡Qué casancio! ¡Mejor nos quedamos en casa de tía Nila a desayunar! La casa de tía Fillinca está bien lejos, eso que llaman aquisito nomás….Quiero conocer la casa de mi padre, pero el tío Raymundo me dice que está entre dos quebradas, me las señala con el dedo. ¡Vaya pienso! Allí no llegaré nunca…pero Milagros que me acompaña insiste un poco, mis tíos me lo quieren mostrar todo, pero ese día tengo un soroche que recordaré toda mi vida, igual me voy a buscar la casa de mi padre. Camino una eternidad, al menos eso me parece, exagero como siempre. Llego, la emoción me embarga, los eucaliptos son muy altos, nunca vi unos tan grandes, su diámetro debe de ser de al menos metro y medio ¡Valió la pena subir! Pero ahora debo sentarme en algún lado, mis piernas no dan más ¡Un hormiguero! Yo siempre sentándome donde no debo. La casa de mi padre es maravillosa, tiene dos pisos, una cocina y otras habitaciones y un campo grande muy grande, pero de nada sirve todo aquello, los seres que la habitaban no viven más, los llantos y su alegría se han perdido entre los eucaliptos. Hacemos el pagapu, me siento a reflexionar ¡Siento que el viento me habla! Es muy fuerte, unos pájaros que nunca he visto me dan la bienvenida. Soy la única que he subido, pienso. Mi hija se quedó a jugar con sus primas, yo subí a duras penas. Mis tíos se van por fin. Quedamos Milagros y yo, siempre quedamos las dos solas, a ella le gusta la casa de mi padre, le gustan más los eucaliptos. Pienso en mi tío Raymundo, me dijo que antes cantaba en la mañana, bien temprano el pájaro huísh, huísh, pero que no se le escucha más Me pregunto cómo sería su canto. Lo extraño sin haberlo conocido…los pájaros…siempre los pájaros…pienso, si fuera de noche se verían las estrellas, todo brillaría perfectamente como cuando estuvimos en la plaza, pero acá el silencio da respuestas a las preguntas. Ninguna de las dos quiere regresar. La casa se cae a pedazos, pero mi mente parece borrar eso, para mí es la casa donde nació mi padre, para mí es lo único que importa. A mi padre le hubiera gustado que fuera a ver su casa, él me dijo de niña un día: ¡Mira, en esa casa he nacido!, pero apenas le preste atención; en cambio ahora la recorro con mucha vehemencia, angustia, quisiera llevármela en el bolsillo, pero no es una piedra. Me llevo piedras y tierra de la casa de mi padre ¡Ojalá no se moleste! ¿Cuándo podré volver de nuevo? Oír el silbar del viento, el pasar del río a lo lejos, ver el cielo turquesa, escuchar los pasos de mi padre como cuando era niño y jugaba entre los árboles. Camino a la Fiesta del Señor de la exaltación, ya de noche, veo a mi tío Raymundo, toco en la oscuridad su mano, le hablo, con la música, apenas me escucha, lo miro con melancolía ¡Voy a extrañar al sapo toc, toc! Seguir andando, seguir andando. Debemos grabar a los parientes, tomar fotos, siempre la modernidad, deberíamos olvidarnos de todo, pero no se puede. Se hace muy noche, nadie quiere irse. Conversamos mucho con la tía Clemencia, nadie le hace caso, se sienta en un rincón, no entiendo por qué sucede esto. A mí me agrada mucho mi tía Clemencia, ella no quiere que nos vayamos, pero debemos hablar con más parientes. El licor comienza a calar mi cuerpo. El sueño, el baile, la noche cae. Todo pronto llegará a su fin. En un rincón está mi tía Susana, apenas tiene mi edad, pero es mi tía, ella es muy callada, su rostro es diferente al de los otros, la tristeza parece que viviera en su pecho hace mucho tiempo. Le hablo de sus conejos ¡Le sorprende que los haya visto!. Pero la verdad, más me llamaron la atención sus ojos, que como los míos parecen añorar algo que se encuentra solamente en las estrellas del cielo. Las estrellas nos envuelven, quieren abrigarnos, la banda sale a la calle, los parientes. Todos los seguimos bailando. ¡Vamos, vamos!, pienso. Veo por última vez a mi tía Fillinca bailando, la miro, ella apenas reconoce rostros, me voy muy alegre, apenas me voy y ya los estoy extrañando. Tenemos que irnos con la banda de músicos, dice mi tía. Mejor, no esperar, sino sabe Dios cuándo bajaríamos. Pero ¿quién piensa en bajar? Cuando uno está tan feliz con parientes, banda, licor, estrellas en el cielo…


Casa de mi abuela en Chocchi


Tía Fillinca dirigiendo la Fiesta


Pago a la tierra en la cocina de mi abuela




Noveno día (de Regreso en Masin)
La verdad es que Masin no es el mismo. Nada me ata a él, después de haber visto a Chocchi, apenas quiero recordar a Masin, además su gente es muy callada, apenas saludan, se asustan con los extraños. ¡Pero yo no soy una extraña! Aunque la casa de mi abuela no es la misma sin ella, y ahora por pedazos quisieran repartirla ¡Si mi abuela estuviera viva otro gallo cantaría! Apenas hacemos tiempo para tomar un carro que nos lleve de regreso. Al mediodía por fin nos embarcamos. Pero decidimos por el camino quedarnos en Chavín.







Casa de mi abuela en Masin


Casa de mi bisabuelo Gerardo Agüero


Noveno día por la tarde (Chavín de Huántar)
Buscamos refugio, a descansar un rato. La modernidad nos traiciona, la cámara cae al piso, al menos salvamos las fotos, pero a partir de allí no podremos captar el paisaje digitalmente. Compramos una cámara provisional, de emergencia. Ya en el hotel observo la ventana, afuera cantan loros enjaulados, maullan gatos caseros, algunos nuevos huéspedes caminan por los pasillos. La plaza apenas emite ruidos, sólo el viento, la calma de las montañas….pero ¡Boom! Y otra vez ¡Boom! Ah, ya recordé, Antamina, está solamente cruzando el cerro. Cuando vinimos por el camino vimos huecos horadados en la piedra, piedrecillas de metal corrugado. Ha acostarse, demasiado cansancio. La tranquilidad de sus habitantes es perturbada durante todo el día. Parecen estar acostumbrados, en cambio, nosotras nuevas en la zona siempre escuchamos ¡Boom!, pero nunca protestamos por las consecuencias. El río por ejemplo estaba teñido de un color rojo, naranja, amarillo ¡Ya no era claro como antes! No hay sapos, ni pecesillos ni siquiera renacuajos, solamente el ruido sordo de la dinamita en medio de las montañas negras.

Décimo día (Chavín de Huántar)
Caminando hacia Chavín veo una paisanas que vienen en grupos con sus trajes multicolores ¿por qué las llamo paisanas? Mi papá era de por acá, mi abuela siempre me dijo que mi sangre era Chavín, me resulta extraño venir por estos lugares, me encanta, pero me aflige. Debe ser por mi papá y mi abuela. El me trajo a Chavín cuando era niña. Ahora traigo a mi hija. Ellos solamente piensan en la TV y los videojuegos. Pero, ahora, finalmente en las huacas. Arriba, sobre ellas, dos guardianas vigilan nuestro paseo ¡Parece que uno se va a llevar las piedras! El camino es largo, pero no te dejan parar ¡Exhausta, me siento en una roca del camino! Mi increpa uno de ellos. ¡Allí no! Pienso unos milisegundos ¡Pero si son sólo rocas del camino! Protesto como siempre ¿por qué? ¿Acaso piensa que me puedo llevar una roca de tanto peso? Sonríe deliberadamente…se mofa…Yo, le hago señas protestando más todavía. Pienso, parece que acá no hay nada mejor que molestar a los turistas que pagamos sus sueldos. Más tarde mi hija me pregunta ¿Me puedo acercar al Pórtico? No, no se puede, le respondo, ¿y allá? ¿al laberinto? Tampoco. ¿Y puedo ver el Lanzón? Tampoco eso puedes hacer, le respondo. Fíjate está tras un vidrio, con espejos que lo deforman. Cuando yo era niña no había vidrios, ni espejos, ni guardianes ¡Antes todos respetábamos el patrimonio nacional! Ahora los peruanos no saben ni el nombre de sus héroes. Sigo caminando, sólo existe una cabeza clava. Hace tiempo cuando vine con mi papá mis ojos de niña parecieron ver en la muralla grande dos grandes cabezas clavas ¿Habrá sido mi imaginación? Ahora las huacas parecen derruirse por el tiempo ¡Pronto no quedará nada! Todo es pura tierra aplastada, los túneles se ven más chicos, la tierra se ve menos colorada, hasta los hombres que cuidan este monumento se ven más chicos. A lo lejos de nuevo Antamina, ¡Boom! No es la única mina que existe, pero es la que más hace ruido alrededor. Hasta los árboles han huido de la zona. Están reforestando, parece que los arrancaron para hacer caminos, puentes, casas. Ahora las pistas están semi destruidas, las piedras abundan en el camino. Los volquetes han destruido todo a su paso… ¡Tiene su costo arrancarle mineral a la tierra! A los que viven allá no les parece interesar mucho. Dicen que la modernidad los ayude a prosperar, engorda el canon. En unos años cuando se acabe el mineral abandonarán todo. Yo sé como es eso. Mi papá era minero. Era superintendente de esas grande mineras, pero cuando se acabó el cobre que sacaban, se largaron nomás. Allá solamente quedaron las plantas enfermas, la gente envilecida, el silencio de la puna y por fin los cóndores solos. Debemos regresar mejor a Huaraz, pensaba, allá al menos la gente es más amable. La comida era buena, pero la verdad prefiero irme a Huaraz. Ellos con sus mejillas rajadas, sus brazos cobrizos, me hacen sentir como en casa. En Chavín la gente desconfía mucho, seguro por algo será. Esa misma tarde llegamos a Huaraz.


Saliendo de Chavín de Huántar


Chavín de Huántar cerca del mercado


Llegando a Chavín de Huántar


Chavín de Huántar desde lejos

Onceavo día (Huaraz)
Apenas llegamos pescamos un hotel, parece que el cansancio crece con los días, la nostalgia por Chochhi es demasiada, dejar al tío Raymundo, ofreciéndole mandarle fotos, pero cómo si ni el correo llega a esa zona, tal vez el año que viene pueda llevarle fotos. Mañana queremos ir al Callejón de Huaylas. La noche se presenta callada, los habitantes ya están durmiendo, las montañas se ponen más oscuras, las casa más risueñas, los gatos, los perros, los ratones saldrán a estas horas a tomar la ciudad. Me devano el cerebro pensando en Chocchi, luego en Lima. ¿Cuál será mi casa? Mejor ir a dormir, es lo mejor en estos casos.

Doceavo día (Callejón de Huaylas)
Por fin camino a la laguna de Chinchaycocha, veremos Llanganuco. Estamos bien descansadas. Sigo pensando en mi padre, él me traía por estos lugares, siempre molestando en la parte trasera del auto, podíamos bajar a tomar fotos; en cambio, en este tour, apenas tienes permiso de ir al baño ¡Nunca más subó en monitours! Es un desastre completo, no hacen el Tour completo y todavía se molestan cuando uno reclama. Nos bajamos después de protestar en Carhuaz, están festejando a la Virgen de las Mercedes. Nos quedamos unos momentos. Quisiera quedarme toda la eternidad. El que guía del bus, dice que hay muchos borrachos, habla despectivamente. ¡Parece de Lima! Esos danzantes que se divierten son como yo… Yo quiero también divertirme con mis paisanos ¡Qué viva la provincia! Esa misma noche deberíamos regresar… demasiado cansadas. Pasamos otro día más en Huaraz, para comprar los regalos a los amigos y parientes.

Nota: Sobre el Trabajo de investigación para recopilar testimonios y la tradición oral del Callejón de Conchucos (Ancash), que realizo junto con la profesora sanmarquina Milagros Carazas, el presente año.


Ciudad de Ancash


Vista de nevados


4 comentarios:

Rodrigo Orellana Huertas dijo...

Hola Tania, soy tu tio Rodrigo Orellana Huerta, muy conmovido, por tu visita y la forma como has enfocado sobre el gran pueblo de Chocchi: pueblo originario de emprendedores profesionales y empresarios.

Tania Aguero Dejo dijo...

Estimado tio Rodrigo me da gusto que me escribas, quisiera que me mandes tu email a mi correo: manhattan14000@hotmail.com
Me gustaria participar de otras festividades de Chocchi para difundirlas. Escribe pronto.
Tania.

Anónimo dijo...

Me alegra haber encontrado algo de mi tierra querida, en la red. Gracias Tania por difundir algo de la cultura Chocchina....

EDGAR RAMOS dijo...

PRIMERAMENTE MIS SALUDOS PARA TODA LA GENTE DE CHOCCHI PARA LA FAMILIA HUERTA RAMOS EN ESPECIAL, Y PARA TODA LA GENTE..