miércoles, 30 de diciembre de 2009

Yapatera (Un pueblo que duerme)

Yapatera, de cabeza por tierra, esa es mi primera parada en Yapatera. Distraída observando las aves y no el camino, pise una piedra. Pero me levanto enseguida. Sentadas junto al camino vemos a las motos llegar, a las carretas, a la gente que no se detiene, mangos y más mangos. En casa de Abelardo observamos sus máscaras, su cerámica y sus cepos en miniatura. Abelardo además tiene un cepo verdadero, que es que lo inspiro a hacer los pequeños. La gente en su plaza habla pausadamente, los chiquillos corretean, algunos juegan casino en sus casas, la mayoría fresquea, ¿qué más se puede hacer además con este calor?, pienso. Uno tiene que esperar a que sea bien tarde para salir a conocer gente, a entrevistar sin que se den cuenta, es la única manera de conseguir lo que queremos, pero la gente es maravillosa, y es hacerlo se convierte en un placer para todos los involucrados, incluyendo los pájaros. La ciudad parecería dormir, sino fuera por la motos de la plaza, pero en general la gente anda muy quieta, comiendo mangos, bodoques, cremoladas y helados, repito ¿qué más se puede hacer con ese calor? Llama la atención como ahora que hay electricidad aún las familias son muy numerosas, pero en fin para hacer el amor me imagino todo el mundo hace tiempo. Yapatera posee un cerro llamado Puntudo, repleto de otros árboles diferentes al algarrobo, pues allí ya comienza la sierra. La gente del ande ha poblado también a Yapatera y por lo mismos los afroperuanos se están transformando en pobladores mestizos. ¡Es una verdadera pena! Pero nadie manda cuando se enamora, así como yo misma me he enamorado de Yapatera, ¡lastima de las plagas! sino me quedaba, hay de sapos, de grillos, peloteros, etc, en realidad son innumerables. Aún así Yapatera resulta un lugar bello, su gente es grata, aunque desconfiada de todo y de todos.

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