Cerca del arrozal descanso, echada al borde del camino, bajo un sauce, disfrutando del canto de las aves, del viento que lo mueve acariciándolo. Observando el vuelo de una lechuza, mientras los chuchulentos juguetean en mi naríz, pienso en los tíos de Milagros Carazas. Entonces me viene a la cabeza lo siguiente:
En el arrozal
Dos perros negros
nos siguen juguetones
el hocico en el aire
las patas llenas de barro
agitan sus colas
locamente
sin detenerse a pensar.
El sol incansable
pegado a nuestras espaldas
juega de rama en rama
su brillo tintineante
nos ciega en medio del rostro.
Una brisa inquieta nos avisa
que es época de cosecha
el canto del chirote
es más rojo que su pecho
nos despabila el sueño
una garza solitaria pasa
buscando pejerreyes
dos o tres pajarito
azul plata brincan
en el arrozal
que galantes son todos ellos.
Nosotras tenemos los ojos
puestos en los paseantes
en el color de las flores
en las motos, en los burros
pero que importan
colores, paseantes y pájaros
cuando somos
errantes
en este mundo
de posibilidades.
Nota: Poema experimental escrito en la ciudad de Camaná.
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